- ¿Has visto a mi hermana?- Me preguntó Josh mientras me tendía una copa. Negué con la cabeza y le di un trago. No la había visto desde el “incidente” en el apartamento. Josh suspiró y se encogió de hombros.- Su amiga la estaba buscando.- Alcé las cejas y le miré. En ese momento apareció Harry y me rodeó por los hombros con uno de sus brazos, y bebiéndose mi vaso de un trago.
- Voy a por otra bebida.- Dije apartando a Harry y dirigiéndome a la barra.
- Si ves a una chica con un sombrero de Mario Bros, dile que la buscan.- Se
rió Josh mientras unas chicas se les acercaban y Harry las recibía con los
brazos abiertos y una gran sonrisa.
Por el camino una chica me paró para hacerse una foto conmigo. Posé sin
mucho ánimo y continué mi rumbo.
- ¿Qué hace un pirata como tú en estos mares? ¿Dónde has dejado a tu
sirena?- Me preguntó una chica acercándose por detrás y cogiendo mi gorro. La
miré sonriendo.
- Mi sirena me ha dejado por el loro.- Me reí apoyándome en la barra sobre
mis codos.- ¿Qué quieres tomar?
- Hmm… Vodka con cola.
- Que sean dos.- Pedí al camarero.
- No sé si te acordarás, pero soy Liz.- Me tendió la mano, justo cuando mi
teléfono volvió a sonar.
- Zayn. Eh… Espera un momento, tengo que contestar.- Me aparté descolgando
y yéndome a un lugar más apartado para poder escuchar mejor.- ¿Diga?
- ¿Sabes qué? Me acabo de acordar de ti.- Escuché una voz de chica al otro
lado.
- ¿Quién es?- Interrumpí.
- ¿Te acuerdas cuando me trajiste al London Eye?- Continuó haciendo caso
omiso a mi pregunta.- Nos hicimos una foto y te besé.
- Oye, no sé quién eres, voy a colgar.
- No, no cuelgues.- Escuché como se le quebraba la voz.- ¿Qué porqué lo
hice? No lo sé. Niall sé que…
- ¿Niall?- La corté.
- ¿Por qué te llamas a ti mismo?- Se rió.
- Soy Zayn. ¿Quién eres?
- ¡Zaaayn!¿Qué haces con el móvil de Niall? - Se rió justo antes de que un
golpe seco se escuchara.- ¡Mierda! Zayn,
creo que ahora tú me debes un móvil.- Volvió a reír al cabo de unos segundos.
- ¿Leah? ¿Leah, donde estás? Josh te estaba buscando.
- ¿Y qué más da?- Continuaba riendo.- ¿Acaso vas a venir a salvarme?
¿Quieres ser mi héroe Zayn? No… Claro que no, nadie querría serlo.
- Dime dónde estás.
- Es un secreto.- Dijo como una niña pequeña. De veras me estaba comenzando
a preocupar- Si te lo digo te chivarás.
- Dime dónde estás y te prometo que no me chivaré.- Suspiré exasperado.
- ¿Me lo prometes? ¿Si te lo digo me comprarás algodón de azúcar?
- ¿Qué? ¿Hola? ¿Leah?- Continué diciendo, pero la llamada se había cortado.
- ¿Estás bien?- Se me acercó la chica de antes por detrás.
- Sí... Eh me tengo que marchar… Liz.- Dije recordando su nombre y
besándola en la mejilla.
Me dirigí hacia la puerta de la discoteca. En ese momento no se me pasó por
la cabeza avisar a nadie. Simplemente salí y comencé a buscar por las calles a
paso acelerado. No sabía a dónde demonios ir. ¿Algodón de azúcar? Si,
buenísimas indicaciones. Gracias Leah, pensé. Caminé por las calles con la
esperanza de encontrarla, pero sin resultado. Hasta que dos neuronas en mi
cabeza se conectaron como por arte de magia. El London Eye. Tenía sentido, no
estaba muy lejos de allí, y Leah podría haber llegado caminando. Comencé a
correr, por suerte apenas había gente por la calle que se interpusiera en mi
camino.
Bajé la intensidad del paso cuando vislumbré las luces del London Eye a lo
lejos. Me apoyé exhausto contra a un árbol y tomé aire. Unas risas provenientes
de un banco llamaron mi atención. Distinguí una figura delgada que se
encontraba de pie sobre él, como si estuviera haciendo equilibrios en lo alto
de una cuerda. Conforme me fui acercando vi como las luces de la noche se
reflejaban en su vestido dorado de lentejuelas, y como sus ojos brillaban con
esa intensidad que solo ellos tenían mientras daba unas caladas a un cigarro
que sujetaba en su mano derecha y se reía a carcajadas sin ningún motivo.
- ¿Leah que haces aquí?- Pregunté acercándome y sujetándola de la mano.
- ¡Zayn has venido a rescatarme!- Se lanzó sobre mí y me rodeó por el
cuello quedando colgada.
- ¿Estás bien? ¿Por qué estás sola?
- Me debes un algodón de azúcar.- Comenzó a tirar de mi mientras corría
hacia un puestecito que se encontraba a unos cien metros de nosotros.- Uno por
favor.- Le dijo como una niña pequeña al señor de los caramelos. Se quedó
mirando extasiada como el hombre preparaba el algodón de azúcar y como poco a
poco iba aumentando de tamaño y enroscándose en el palo de madera. Como si de
magia se tratase.
- Serán tres libras.- Me miró el hombre mientras le tendía el algodón a
Leah. Asentí mientras me sacaba un billete del bolsillo trasero del pantalón.
Nada más pagar me volvió a coger de la mano y se sentó en el mismo banco que
antes, ahora más calmada. Me senté a su lado y observé como se lo comía.
Desprendí un trozo con los dedos y me lo metí en la boca dejando que se
deshiciera.
- Gracias.- Me dijo besando mi mejilla.- Te quiero.
Giré mi cabeza y me la quedé mirando.
- ¿Qué has dicho?
- Que gracias.- Se rió. Negué con la cabeza y me encendí un cigarrillo que
me quitó de las manos antes de que pudiera dar la primera calada.
- Has dicho que me quieres.- Se lo quité y ahora sí, di la calada que tanto
necesitaba y solté el humo lentamente por mi boca.
- A ti es más fácil decírtelo.- Se encogió de hombros.- ¿Por qué has
venido?- Preguntó apoyando su cabeza en mi hombro derecho.
- Estaba preocupado.
- ¿Por qué?
- Porqué me has llamado borracha a las cuatro de la madrugada y nadie sabía
dónde estabas.
- No, que porqué me ignoras durante semanas y ahora apareces de la nada
para rescatarme...- Se levantó y me tendió la mano para que hiciera lo mismo.-
Extraño ¿no?- Preguntó enarcando una ceja y mirándome fijamente.
- ¿Así es como me lo agradeces?- Le miré aun en busca de una respuesta.-
Supongo que las damiselas en apuros me pierden...- Dije con una sonrisa pícara
siguiéndole el juego. Ella estalló en una carcajada y tiró de mi brazo de
nuevo.
- Eso es lo que me gusta de ti.- Me miró mientras se tumbaba en el césped
que se encontraba bajo nuestros pies. La miré interrogante y ella me hizo un
gesto para que me tumbara a su lado.- Siempre sabes cómo hacerme reír cuando
estoy mal, aunque me odies.- Sonrió mirando al cielo. Me tumbé a su lado y la
miré fijamente.
- No te odio...
- Pues lo parece.- Fijó su mirada en mi.- Mira, esa es la osa mayor.-
Cambió de tema mirando al cielo y señalando una constelación. Nunca se me había
dado bien distinguirlas.- Cuando era pequeña, en verano, mi abuelo nos enseñaba
a distinguirlas. ¿Y ves esa?- Dijo señalando la más brillante con el dedo
índice.- Pues ahí está el reino de Nunca Jamás capitán Garfio.- Me dijo
volviendo a reír mientras se ponía el sombrero que ya ni me acordaba que
llevaba. Esta vez yo también comencé a reírme.- ¿Qué tal me queda?- Me miró
posando.
- Mal. Me queda mejor a mí.- Se lo quité riendo, a lo que ella me contestó
sacando la lengua.
- Eres tonto.- Apoyó su cabeza en mi pecho. Me coloqué los brazos tras la
cabeza sin poder evitar sonreír.- Cuando estamos con otras personas me tratas
como si no estuviera, y después siempre apareces para sacarme una sonrisa.
- Te trato así por qué es lo mejor, tú estás con Niall y no quiero
destrozar lo que tenéis...
- Yo no estoy con Niall.- Dijo tajante incorporándose.- Y ese no es motivo
para que te comportes como un capullo conmigo.- Se levantó enfadada. Suspiré y
la cogí de la mano.- Déjame.
- Probablemente, de esto no te acordarás mañana, pero sé, que si te tengo cerca no me puedo controlar, y
si me tienes cerca te terminarías enamorando de mí.- Solté su mano. En ese momento
tenía ganas de marcharme de allí, pero no podía dejarla allí.- Vamos, te
llevaré a casa.- Me giré para cogerla de la mano, pero ella estaba allí parada,
mientras una lágrima resbalaba por su mejilla y mi miraba fijamente. No pude
evitarlo, la abracé. No podía verla así y estar indiferente. Apoyó su cabeza en
mi pecho y comenzó a llorar a la vez que reía. Me separé unos centímetros y la miré
a los ojos, sonriendo, sin entender nada.
- Estoy… Estoy harta de todo.- Comenzó a reír secándose las lágrimas
con el brazo.- Harta de estar preocupada por lo que la gente piense. Harta de
tener miedo a todo. De tener miedo a enamorarme.- Dijo elevando el tono de voz
y subiéndose de nuevo en el banco mientras reía.- Lo quiera o no terminaré
enamorándome.- Me miró extasiada con los ojos abiertos antes de volver a
estallar en una carcajada.- Pues… ¡Que viva el amor!- Gritó.- ¡Que viva…!
- Leah para.- La miré riendo intentando que se bajara, aunque por
suerte no había nadie que pudiera vernos.
- ¡No, para!- Se apartó de mí y comenzó a dar vueltas sobre sí misma
encima del banco. La cogí de la cintura y la subí sobre mi hombro mientras
chillaba para que la soltara.
- ¡Zayn, bájame!
- ¿Si lo hago me dejarás llevarte a casa?- Asintió y la bajé con
cuidado para que pudiera mantener el equilibrio. Se giró y se me quedó mirando
fijamente.
- Déjame besarte.- Pidió. Eso me pilló de improvisto. La miré a los
ojos, y parecía segura de lo que acababa de decirme.
- ¿Por qué quieres besarme?
- Porque lo
necesito.- Dijo algo nerviosa.
- ¿Y por qué?- Volví a preguntar.
- No lo sé,
maldita sea.- Soltó exasperada acercándose más a mi.- Solo sé que te necesito.
Ahora mismo te necesito desesperadamente.- Levantó su cabeza y me miró a los
ojos. Recorrí su bello rostro, hasta posar mi mirada en sus labios. Una suave
sonrisa se curvó en ellos.
- ¿Quieres besarme?- Preguntó.
- Ajá.- Asentí.
- Pues… ¿Qué estas esperando?
- ¿Quieres besarme?- Preguntó.
- Ajá.- Asentí.
- Pues… ¿Qué estas esperando?
No dudé un segundo y la rodeé firmemente con mis dos brazos, mientras
la acercaba implacablemente hacia mí, callándola con un beso. Sentí como una de
sus manos se apoyaba suavemente en mi mejilla, y me besó de esa manera suave
que ella siempre utilizaba. Sentí una pequeña presión en mi pecho, y me di
cuenta de que era mi corazón acelerado. Posó una de sus manos en mi mejilla y
me acarició mientras comenzaba a mover su boca sobre la mía. Un débil sonido
salió de mi garganta y al instante mi necesidad de ella me atrapó. Exigiendo
más de su boca tomé su rostro con ambas manos y la acerqué más a mí. Su pequeña
mano subió hasta mi nuca, mientras nuestras bocas se acariciaban tiernamente.
Soltando sus labios apenas, apoyé mi frente contra la suya, y respiré
profundamente. Abrí mis ojos y sus ojos estaban cerrados. Nuestras
respiraciones se mezclaban agitadas en ese pequeño espacio que nos separaba.
Tacháááán!! ¿Os lo esperabais? ¿Sí? ¿No? ¡¡Comentaaar!!
Va, ya me calmo. En serio ¿Os ha gustado? Este capítulo y el
que escribí ayer me costaron mucho hacerlos, y no terminan de convencerme, así
que os agradecería mucho que me dierais vuestra opinión, y si hay algo, por muy
pequeño que sea, que no os guste, me gustaría que me lo dijerais.
Y por si alguna de vosotras leía mi otra novela, he decidido
que voy a hacer unos pequeños cambios, y intentaré subir nuevo capítulo mañana,
así que intentaré subirlo a la vez que el de la fic.
:Y como se que s aburro, no me enrollo más. Votar, comentar,
y Blablabla… Mañana a las 17:00 el último capítulo de la maratón, y a lo mejor
va con sorpresita.
Kisses <3